jueves, 10 de julio de 2008

Amor pedagógico vencedor de miedos.

El motor que mueve este ensayo es plantear la dinámica del amor como vencedor de miedos, específicamente la entrega total del docente frente al estudiante. Para esto se dará a conocer el amor pedagógico y sus respectivas posiciones frente al educando.

Se presentará al miedo como el resultante entre la dificultad que nos provoca educar y enfrentarnos a los diferentes cuestionamientos propios de una mente virgen que esta sensible a las distintas señales que el maestro desea entregarle y más aún se quiere lograr traspasar el sentido que tiene el docente en el juego de mediador y muchas veces modelo para el estudiante en vías de protección en su día a día dentro del aula, pues el rol del profesor va más allá de la entrega de conocimientos, pues este no es un burócrata de la mente sino un reconstructor de los caminos de la curiosidad.

Sin duda este ensayo reflejará el sentimiento más puro de la enseñanza, la construcción de una familia en una sala de clases, una sala sin barreras, sin temores y sin miedos.

“La filosofía que habla de el amor y la sensatez ayuda al ser humano a superar el miedo y esa era la convicción, que exponen que mientras se viva aterrorizado por el miedo, no se puede amar, ser libre ni tampoco generoso”(1). En la época de los filósofos grecos, ya se creía que esta manera de pensar era una bonita idea, dado que sin ser sensato no se puede pretender la felicidad lo que quiere decir es que sin la capacidad de sentir la libertad del amor, no se puede superar el miedo. El miedo no es mas ni menos que un proceso natural del cuerpo humano, que trabaja para nuestra propia supervivencia. El miedo muchas veces, no es más que una traba frente a la vida que nos gustaría vivir.
Es entonces tan simple como cuando nos excusamos y nos cubrimos para dejar de hacer algo o un todo, por ejemplo: miedo para no comprar algo, para no asistir a dar una prueba, para no acercarnos a hablarle a Esa persona, para no abrir nuestro corazón a esa otra. El miedo nos domina.

El miedo nos frena, el miedo nos quita alegrías, momentos, amores, caricias, perdones, reproches, abrazos, miradas, besos. Nos quita, errores, aprendizajes, charlas, viajes, ascensos, descensos, decepciones, tristezas, muertes, encuentros, pérdidas. Y nace la inquietud de como algo que debería funcionar en nuestro provecho puede quitarnos tantas cosas, según Paulo Freire “Siempre existe una relación entre el miedo y la dificultad, entre el miedo y lo difícil”. Será entonces ¿Por qué lo mal utilizamos? ¿Por qué no lo comprendemos? ¿Por qué le tememos al miedo? ¿Será el amor la cura del miedo? El diccionario alude al término de amor: “El amor es una palabra con profundo significado, Es considerado como un conjunto de comportamientos y actitudes, incondicionales y desinteresadas, que se manifiestan entre seres capaces de desarrollar inteligencia emocional o emocionalidad” (2) según Paulo Freire “No permita que el miedo a la dificultad lo paralice creo que el mejor punto de partida para este tema es considerar la cuestión de la dificultad la cuestión de lo difícil y el miedo que provoca. Se dice que alguna cosa es difícil cuando el hecho de enfrentarla u ocuparse de ella se convierte en algo penoso es decir, cuando presenta algún obstáculo. “miedo”, según la definición del diccionario Aurelio, “Es un sentimiento de inquietud frente a la idea de un peligro real o imaginario. Miedo de enfrentar la tempestad. Miedo de la soledad. Miedo de no poder franquear para finalmente entender un texto.” La dinámica que se genera al enseñar trae como resultado el reaprender, según Joseph Jolibert “Enseñar es aprender dos veces” el docente debe ocupar herramientas tales como estudiar, aprender a leer y enseñar de una forma concreta y significativa en la cual el aprendiz juegue un rol fundamental. “El enseñar no existe sin el aprender” es decir que el que enseña reafirma lo aprendido en el acto de educar y reconoce un conocimiento ya antes adquirido sin duda las inquietudes que propone el aprendiz al educador permite que este descubra un mundo en el cual confirmará, se replanteará posiciones y se involucrará en las curiosidades del alumno y de la mano de este recorrer senderos y caminos que lleven a un aprendizaje eficiente para él y su estudiante. La mente virgen del alumno esta abierta y expuesta a la enseñanza. Una de las aristas relevantes es él miedo que provoca la no comprensión de un texto una dificultad existente en el momento de enfrentarse a lo desconocido buscando cualquier excusa para abandonar el buque, dejar la vergüenza de sentirse poco capaz de comprender un texto, para así ser capaz de volver a leer sin temerle a lo incomprendido, no es insólito repetir la lectura de un texto, lo esencial es que aquellas frases que el texto nos entrega, en las cuales transitamos mientras leemos el texto, se apropien de nuestra concentración, que el centro de lo que estamos haciendo en ese momento sea el estudio de lo que estamos leyendo sin imaginar cosas que están fuera del contexto de lo que se presenta en la lectura. Según Paulo Freire “Para esto, es igualmente necesario que evitemos otros miedos que el cientificismo nos ha inolucado” ”lo que yo se, lo se con todo mi cuerpo: con mi mente crítica, pero también con mis sentimiento, con mis intuiciones, con mis emociones”. Es así como se genera la vocación del docente bajo las expectativas de romper su miedo y el de su estudiantes bajo su amor pedagógico, según Freire “Frente al miedo, sea de lo que fuera, es preciso que primeramente nos aseguremos con objetividad de la existencia de las razones que nos lo provocan. En una segunda instancia, que si estas existen realmente, las comparemos con las posibilidades que disponemos para enfrentarlas con probabilidades de éxito. Y por último, que podemos hacer para, si este es el caso, aplazando el enfrentamiento del obstáculo, nos volvemos más capaces de hacerlo mañana.” pues se debe dar todo de sí para lograr ayudar a crecer al estudiante regalando aceptación y acogimientos radicales y totales. Según Paulo Freire “En esta relación entre el sujeto que teme y la situación u objeto del miedo exista además otro elemento constitutivo que es el sentimiento de inseguridad del sujeto temeroso. Inseguridad para enfrentar el obstáculo” Evidentemente, sin tener esa cualidad no sería amor. Porque no se trata tan solo de la sensibilidad individual, sino de la vida y del bien del otro. Buscando así en el aula un ambiente en vías de proyecciones futuras armónicas. Si se quiere que surja una seguridad existencial básica, hay que regalarle esa acogida al estudiante. La misma seguridad existencial básica que nos gustaría tener como personas dentro y fuera del aula, la aceptación es símbolo de amor y el amor rompe el miedo.

¿Acepto a cada uno de mis hijos o alumnos tal como son realmente? ¿Los acepto con sus virtudes y defectos? ¿Será necesario hacer parte de mi o de ti a los estudiantes?

Una aceptación debe ir seguida de una comprensión, amor comprensivo este tipo de amor discierne y ordena las cosas según la fase y época del desarrollo del estudiante. “El amor pedagógico tiene la capacidad de comprender y ubicar los diversos fenómenos de la existencia en los momentos adecuados, para no exigir en cualquier momento cualquier cosa. Hay que saber qué se puede esperar y qué no se puede exigir. Comprensión es capacidad de comprender al tú y lo que hace, ubicando lo que dice y hace -cómo lo dice y hace.”(3) y no existe comprensión sin paciencia por eso se habla de la paciencia pedagógica. Sin ella nadie se atreve a acercarse al "campo magnético" de la formación de personalidades, pues saldrá disparado como un cohete. Paciencia pedagógica es la capacidad de vivir situaciones que en realidad no deberían ser así, y hacerlo con la mayor serenidad posible, no por santidad, sino por pedagogía. Se trata de la persona, la paz y la paciencia. Cabe destacar que la paciencia para ser transmitida debe nacer de si mismo. El amor debe ser paciente, transmitir una paz fundamental. el educador si no tiene esa paciencia por temperamento, puede adquirirla por entrenamiento cotidiano. La paciencia es un principio básico fundamental de todo educador. Si no se entrena todos los días, le costará caro a él y a los demás. Él sabe que hay que aprender a vivir, con la mayor paciencia, situaciones que en realidad están mal, que no deberían ser así; sabe que todo ser humano tiene sus tiempos, sus límites, por eso trata de ser prudente, de no salirse de sus casillas, y cuando se salga de ellas, debe volver a entrar. No se puede generar un mal ambiente, ni hacer de los estudiantes un mal día e incluso que reprochen entrar a la sala de clases a tal asignatura, la entidad educacional funciona o debería funcionar como una familia, ya que gran parte del día, los estudiantes lo viven en el colegio, es allí en donde generan grandes vivencia, amistades, superaciones, tanto personales como en el ámbito académico, el estudiante no es un ente en bruto que hay que pulir, cada ser humano nace con ciertas competencias, lo que se debe hacer es desarrollarlas y generar las que se quieran adquirir o no se tengan y nada de esto funciona si no se tiene el otro eje que mueve a la maquina como lo es el respeto, pues esta categoría pedagógica es la que, a veces, no sabemos poner en práctica. Por ejemplo, exigimos respeto sin regalarlo primero, lo cual no puede ser. El ser humano noble y digno, si no es respetado no respeta. Primero hay que regalar respeto El respeto misericordioso despierta justamente el respeto del estudiante y empieza a movilizar en su interior lo más noble. El docente regala su respeto misericordioso con plena conciencia de las miserias que él o ella tienen, y así su actitud desemboca en el amor enaltecedor. Es aquí donde podemos evidenciar uno de los ejes centrales que mueve el proceso educativo, ¿Qué es el amor enaltecedor? ¿Cómo lo trabajan los docentes? Este es el amor que levanta hacia arriba, hacia lo mejor de la persona; que incide en el tú, en él en un todos, en la conciencia de su dignidad, estimulándolo y dándole el apoyo existencial humano y necesario. El amor enaltecedor el que mira proyectándonos hacia arriba. Siempre en alto la mirada, nunca manifestar miradas de desconfianza, siempre se hace una entrega total, de amor, es por eso que ser docente o maestra es una vocación.

Para finalizar puedo determinar que la relación docente y estudiante abarca una amplitud de temas, como yo entrego herramientas de carácter pedagógico y de carácter emocional que permitan que el estudiante se enfrente al miedo de la comprensión de un texto de la aceptación de un sistema educacional poco tolerante y cientificista y poco real que capte la curiosidad del estudiante sin desplazarlo a un burocracia del aprender.

Sin lugar a duda la enseñanza de este ensayo es evidenciar que educar a un estudiante es llegar al alma de la curiosidad junto con la teoría propia de enseñar para que ambas puedan lograr el éxito y la comprensión de lo que se esta enseñando

Bibliografía:

Paulo Freire: Cartas a quien pretende enseñar 1ª.ed. 3ª reimp. Buenos aires: siglo XXI ediciones Argentina, 2006.

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